11 - El resulting, o cuando la decisión correcta puede ser un desastre

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En los últimos 26 segundos de la Super Bowl 49 en 2015, el entrenador de los Seattle Seahawks, Pete Carroll, tenía que tomar una decisión entre varias opciones.

Teniendo al mejor corredor de la liga, una opción obvia era pasarle el balón y que avanzara con él, ya que estaban muy cerca de marcar (en la llamada línea de 1 yarda). La otra opción era intentar un pase y optó por esta. Los Patriots, el equipo rival, interceptaron el intento de pase y se acabó, derrota por 28-24.

Los titulares al día siguiente fueron brutales: «La peor jugada de la historia, la peor decisión posible, la mayor cagada en la Super Bowl…». Carroll asumió con estoicismo la responsabilidad y pasó a la historia por esa elección. Para todo el mundo estaba claro que, si tienes el mejor corredor y pasadores y receptores mediocres (decían los comentaristas y expertos) optas por correr y no pasar.

Annie Duke, campeona de póquer, comenta esta anécdota en su libro Thinking in bets. Ahora, cuando se analizó fríamente la jugada, la realidad era que, mirando las opciones, estos eran los números:

  • Pases intentados a esa distancia en esa temporada: 66.
  • Pases de ese tipo interceptados en esa temporada: 0 (hasta ese momento, claro).
  • Pases de ese tipo interceptados en temporadas anteriores: 2%.

Algunos analistas (pocos) sacaron a colación esas cifras y, al contrario que la mayoría de titulares, trataron de hacer ver que la decisión de Carroll era la correcta, pero simplemente salió mal.

Eso es algo que, aunque parezca paradójico, es la esencia de la vida misma.

Por supuesto, a nadie le importaron esas voces más desapasionadas y razonables, Carroll era un idiota y esa la peor decisión de la historia, porque implicó el peor resultado de la historia.

La vida es póquer y no ajedrez

Esta frase resume la tesis principal del libro de Annie Duke Thinking in bets, donde aparece la anécdota. La vida es póquer (un juego de probabilidades y algo de farol) y no ajedrez (un juego de estrategia con opciones claras, información perfecta y capacidad para proyectarse en el futuro, al menos unas cuantas jugadas si eres un ajedrecista decente).

Porque la vida es incierta y las decisiones se han de tomar sin información perfecta.

La cuestión es esta, olvidemos el resultado de ese partido. Si yo le planteo varias opciones y una de ellas aparece con un 98% de probabilidad de éxito, siendo superior a la de las demás, ¿cuál escogería?

Porque eso hizo Carroll y, es más, eso es lo que volvería a hacer, porque es lo sensato.

Y sobre todo, ¿por qué esos titulares?

Por lo que Duke denomina resulting, un problema importante si quieres ganar en el póquer o en la vida a la hora de tomar una decisión o apostar.

El peligro del resulting a la hora de tomar decisiones

El resulting es la tendencia a calificar una decisión como buena o mala según el resultado final que tenga esta. Y eso es un problema.

De hecho, si el pase no hubiera sido interceptado y los Seahwaks hubieran marcado, Carroll habría sido visto como un genio por haber tomado la mejor decisión de la historia o algo así. Pero no era un genio, era un hombre sensato. Vio claro que, de 100 intentos, 98 hubieran tenido éxito, simplemente cayó en el lado malo de la probabilidad y esas cosas pasan.

Te quedas con una enorme cara de tonto, pero pasan. Y no solo eso, encima, lo lógico es volver a tomar la decisión que te clavó en la cruz.

Por eso es importante abstraerse de resultados finales a la hora de tomar decisiones.

¿Nuestro amigo dejó su trabajo para montar su empresa y ahora es rico? Genial, pero como sigamos sus pasos, la mitad de nuevas empresas cierran el primer año y alrededor de un 80% en cinco años (dependiendo de la estadística a la que te refieras).

El resultado que presenciamos nos altera emocionalmente y distorsiona la capacidad de toma de decisiones, al alterar la calibración de nuestras probabilidades.

Eso puede pasar tanto si el resultado es positivo (somos más proclives a hacer lo que ha creado un resultado positivo, aunque no sea lo indicado) como negativo (estamos menos inclinados a ordenar un pase tan cerca de la línea después de leer cómo crucificaron a Carroll, aunque 98 de cada 100 veces vaya a funcionar).

El problema con las decisiones es que el resulting es, por desgracia, un efecto muy común, especialmente en los que no toman la decisión. Te van a juzgar por resultados, da igual lo mucho que hables de cifras y sensatez.

Portugal fue un país alabado por la gestión de la primera ola del coronavirus. Lo habían hecho genial y apenas habían tenido casos, no como nosotros. Por tanto, sus epidemiólogos y políticos eran unos genios en los medios.

En el momento de escribir esto (y ya sé que las cifras cambian cada día) su incidencia media en la segunda ola es superior a la de España. ¿Entonces son unos genios o no? Pues mi sensación es que lo hacen lo mejor que pueden y, como siempre en la vida, tienen que pensar en forma de apuestas, que diría Annie Duke.

Pero tendemos a juzgar por resultados y el héroe se convierte en villano en un instante gracias a este efecto perverso.

Tomar decisiones nunca es fácil y siempre hay alguien con el dedo en el gatillo, esperando a ver qué pasa.

La cuestión es que, si a la hora de decidir los resultados pesan más que las probabilidades (o que un análisis sensato de la apuesta), cuidado.

Un economista nunca da consejos de bolsa

En Economía te enseñan una frase para cuando la gente te pide asesoramiento en bolsa: «Las rentabilidades pasadas no predicen rentabilidades futuras». Esa es una manera elegante de decir que no tienes ni idea del futuro ni de bolsa y, por tanto, lo sensato es no decir nada (eso, y que la bolsa es un casino).

Resultados pasados no predicen resultados futuros si son anecdóticos y no forman tendencia o puedes derivar una probabilidad de todos esos resultados.

Por eso, las anécdotas y los casos no sirven para nada, ni a la hora de argumentar, ni a la de tomar decisiones. Siempre habrá un caso de remisión improbable de un cáncer o siempre habrá un ganador de lotería, pero ese resultado no da información fiable y, de hecho, es una brújula horrible para tomar decisiones.

Hay que abstraerse, abrir la perspectiva y tomar las decisiones como las tomaríamos sentados a la mesa de póquer. Porque estamos sentados a ella, queramos reconocerlo o no.

Escuchar, leer, ver

Escuchado

Teardrop es una canción original de Massive Attack, compuesta allá por los noventa. Newton Faulkner tiene una versión, con solo guitarra y voz, que resulta ser uno de esos casos raros en los que se supera al original.

Leído

Tendemos a pensar siempre que el jardín de al lado es más verde que el nuestro, pero como se suele decir: «Sé amable, porque todo el mundo con el que te cruzas está luchando una batalla que solemos desconocer». Por un efecto muy similar al resulting, también solemos pensar que las personas de éxito tienen todo lo bueno y nada de lo malo, pero no es así.

Winston Churchill peleó la Segunda Guerra Mundial como nadie, pero no fue la única, también batalló toda su vida contra el trastorno bipolar, que alterna episodios de manía con otros de profunda depresión.

Churchill llamaba a su enfermedad el perro negro y, durante los episodios de depresión, no quería ni acercarse al andén de los trenes o el borde del agua por si no podía vencer en ese instante de decisión entre arrojarse o no.

Churchill también se encontró desnudo frente al fantasma de Abraham Lincoln en una de sus visitas a la Casa Blanca, pero esa es otra historia. La de hoy es que recordemos siempre que todo el que tenemos delante está luchando una guerra. Igual que nosotros, porque no somos tan diferentes.

Winston Churchill

Visto

Water Project es el proyecto del fotógrafo californiano Seth Willingham, cuyo profundo amor por el océano es uno de los motivos principales de su trabajo. Sus fotografías, sin duda, recogen la belleza que no se acaba de unos océanos que, por desgracia, no dejamos de destruir.

Debajo, Atardecer en Grace Bay, en las Islas Turcas y Caicos, un territorio británico al sureste de las Bahamas.

Atardecer en Grace Bay

Hasta la semana que viene.

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