12 - ¿Hay que acaparar papel higiénico en caso de desastre?

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Imaginemos este escenario hipotético:

Una pandemia asola el planeta. Nadie sabe qué pasará, pero de pronto, parece que lo más importante es acaparar papel higiénico, dejando vacíos los supermercados.

🤔…

Bueno, es igual. La cuestión es la siguiente. Si todo el mundo corre a comprar papel como si no hubiera un mañana, ¿cuál es la decisión óptima? ¿Qué deberíamos hacer nosotros?

Resulta que hay una respuesta lógica e inevitable. Veamos cuál.

Las compras del pánico

Los economistas siempre se han interesado por las compras movidas por el pánico y fascinados por las que se realizan con mercancías que no se agotan.

No es que el papel higiénico no se agote, pero en la mayoría de países, al ser barato, de materia prima abundante y no requerir tecnología, se fabrica en el país porque es más rentable que traerlo de fuera. De este modo, cuando surge un escenario como una pandemia, cerrar fronteras (medida esperable) no influye en el suministro.

Sin embargo, durante el comienzo de la pandemia de coronavirus de 2020 se acaparó y es algo que se ha repetido en otros escenarios similares. Es el papel higiénico y no se sabe muy bien por qué.

Es posible que el origen esté en Japón, que hace mucho vivió un escenario así ya que ellos sí importaban el papel de China y, al cerrar fronteras, hubo problemas de suministro. Japón ya fabrica su papel pero: ¿cuál es la decisión racional en este caso?

Para conocerla debemos echar mano de la teoría de juegos. Y dentro de ella, a su juego más conocido, el dilema del prisionero, que plantea el modelo mental que responde a la pregunta.

Acaparar papel higiénico es un dilema del prisionero con muchos prisioneros

Para quien no conozca el dilema del prisionero, lo explicaré muy por encima y, para quien quiera conocer las sencillas matemáticas que hay detrás, están el par de enlaces que pongo en este texto.

Dos ladrones son capturados e, inmediatamente, separados e incomunicados en dos celdas, de modo que no saben qué está haciendo su cómplice y no se pueden coordinar.

La policía no tiene pruebas sólidas, así que, si ninguno confiesa que han robado, se van con una multa a casa.

Pero si uno de ellos delata y el otro no, la policía dejará libre al chivato (sin multa ni nada) ya que el otro no dirá que el delator sea también un ladrón. Al que no delata le cae una pena de cárcel de 10 años.

Si los dos confiesan que el otro es el ladrón, se han delatado ambos, de manera que la policía tiene pruebas para meter a los dos en la cárcel 8 años.

Cooperar parece obvio, pero no lo es y nadie sabe qué está pasando en la otra habitación…

Suponiendo que los dos son racionales, aunque sea el peor de los movimientos para ambos, inevitablemente optarán por delatar.

Hay un incentivo para hacerlo, porque si no delato me llevo una multa, pero si delato, puedo llevarme mayor beneficio (salir libre).

Y lo que es más importante, si no delato pero mi compañero sí, me llevo yo la condena mayor (10 años) y el otro cab… se libra y disfrutará del botín.

Tengo un incentivo total a delatar para no llevarme la condena más larga y porque no puedo hablar con el otro y coordinarme y, además, lo único que sé de la otra celda es que mi cómplice también tiene ese mismo incentivo y está pensando lo mismo que yo.

Si delato el otro no, me sale genial. Si delato y el otro también, al menos no me llevo la condena más larga.

Nadie en su sano juicio se pone en la posición de coger la pena más grande (10 años) y además salvar a quien le condena.

Así que el juego termina con ambos delatándose. Ahí se produce el llamado Equilibrio de Nash

Acaparar papel higiénico es un dilema del prisionero con muchos jugadores

Las compras movidas por el pánico son un juego del prisionero con muchos jugadores a la vez, que tampoco se pueden coordinar o no tienen siquiera incentivo para hacerlo. La compra del pánico más famosa y terrible es la bancaria. Hay una crisis financiera y las sucursales tienen solo un poco de efectivo.

Será para el primero que llegue y luego cerrarán, con restricciones o caídas de bancos que dejen tus números a cero.

Ha pasado siempre y volverá a pasar. No hay otra manera, porque no correr a por el dinero te deja sin él.

Pero el papel no se acaba…

Es verdad, en condiciones normales es muy difícil que ocurra, pero el comportamiento de los acaparadores comienza a hacer que no esté disponible.

El papel es aparatoso de transportar, ocupa mucho espacio en almacenes y camiones y, como mínimo me va salir más caro comprar el que quede y, como máximo, se me acaba el de casa y, cuando voy a la tienda, el papel nunca está.

Los acaparadores cambian con su actitud el hecho de que el papel no se suele acabar, de modo que no acaparar me genera más castigo que hacerlo.

Así que la respuesta más «estúpida» acaba siendo la única acción lógica. Como los prisioneros del dilema, elegimos lo peor para todos.

Y es inevitable… Siempre ha sido así.

En el caso del papel, si sabemos que no se acaba (con lo que los acaparadores dejarán de hacerlo cuando no les quepa más) y teníamos en casa suficiente para aguantar las repeticiones del juego hasta que todos se saturen, podemos no acaparar.

Pero eso no significa que seamos más inteligentes. Significa que la llamada matriz de recompensas en nuestro caso es diferente. No sufrimos un impacto negativo si no vamos a comprar, así que no acaparamos porque nos podemos limpiar, no porque seamos más listos.

Los concursos y el dilema del prisionero

Es muy útil reconocer un dilema del prisionero cuando estamos en él, y también descorazonador, como se comprueba en la realidad y en los concursos de televisión que introducen un escenario así en su mecanismo.

En esos concursos se plantea lo siguiente: hay un premio y puedes elegir que sea todo para ti o compartirlo con el otro. Si los dos concursantes eligen compartir, se reparte. Si los dos eligen no compartir, se quedan sin nada. Pero he aquí la clave, si uno elige compartir, pero el otro no, el que dijo que no se queda con todo.

Ahí suele haber una pequeña variación, los implicados se comunican, pero da igual, está configurado de modo que el incentivo a mentir es terriblemente grande, porque si te convenzo para que ambos elijamos repartir, de pronto me encuentro un escenario en el que, si yo elijo no hacerlo en el último momento, me quedo con todo, así que me muevo hacia esa opción.

Y a ti te pasa lo mismo, así que casi todas las veces se pierde el premio.

Iba a poner el vídeo de un hombre honesto que creía en colaborar y en que su hija viera ese ejemplo por televisión, así que dijo con total convicción que repartiría por ese motivo. La concursante que tenía enfrente estuvo de acuerdo y el otro hombre parecía realmente íntegro. Así que ella eligió quedarse el premio y ganarlo todo en vez de repartir.

A la mujer le salió bien, porque el padre quiso inculcarle a su hija un poco de fe en la humanidad. Pero como no quiero que nosotros la perdamos del todo y el final se ve desde lejos, he elegido otro vídeo.

Está en inglés y es una pena que no lo haya encontrado subtitulado, porque lo que hace uno de los concursantes con las opciones de repartir (split) o robar (steal) es increíble.

Son 6 minutos y, quien no lo entienda bien o del todo, que me contacte en hola (arroba) modelosmentales.es y le cuento qué ocurre exactamente.

Escuchar, leer, ver

Escuchado

A veces solo necesitas 3 minutos. 3 minutos en los que dejar todo por un instante, respirar hondo, mirar alrededor y escuchar una canción buena y sencilla. Paint de los The Paper Kites es una de esas canciones y 3 simples minutos pueden marcar toda la diferencia.

Leído

Que Ernest Hemingway es uno de los mejores escritores que ha dado la historia nadie lo duda. Como todo buen autor, fue un hombre de pensamiento profundo y capacidad para expresarlo de un modo inmejorable.

Las mejores personas poseen una sensibilidad hacia la belleza, el coraje de correr riesgos, la disciplina para decir la verdad, la capacidad de sacrificio. Irónicamente, esas virtudes las hacen vulnerables; a menudo quedan heridas, a veces destruidas.

Visto

Benjamin Sack es un artista estadounidense que crea paisajes mágicos en blanco y negro en los que perderse mientras los admiras. Rythm Infinitum es un ejemplo perfecto de su obra.

Benjamin Sack

Hasta la semana que viene.

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